martes, 9 de abril de 2013

Carta familiar para el homenaje de Concha Colomer realizado en el Ministerio de Sanidad, 2011


Querido Javier, nos resulta muy difícil escribir este apartado de los aspectos familiares de Concha para su homenaje del Ministerio y te agradecemos de corazón que hayas aceptado ser el portavoz de los mismos. Toda la familia intentamos ir abriendo poco a poco las compuertas que mantienen a raya nuestros sentimientos con el fin de que no nos sobrepasen. Resulta además complicado elegir que decir en pocos minutos de una vivencia tan hermosa y llena de matices.

La herencia genética hizo un buen trabajo en la personalidad de Concha haciendo coincidir en ella muchos de los mejores rasgos de nuestro padre y nuestra madre. El gen Colomer, y el gen Revuelta combinación en ambos de capacidad de trabajo, alegría, sensibilidad, afectividad, inteligencia y una gran capacidad de empatía. A esa dotación de base se le unió una gran labor de educación por parte de nuestros padres que pusieron todo el amor y sabiduría para que así fuera ¡y vaya si lo consiguieron! 
Indudablemente tuvo una infancia más que feliz, sin muchos sobresaltos y llena de agradables recuerdos. Imagina lo rica que puede llegar a ser una infancia y adolescencia compartida con tres hermanas muy cercanas en edad y con tres primos con los que convivíamos en larguísimas vacaciones repletas de juegos y experiencias inolvidables que a menudo nos gusta recordar ...


Su capacidad de añadir y sumar con enriquecimiento, no solo para ella si no también para los demás, fue haciendo que a su familia de nacimiento fuera sumando nuevos miembros, amigos y amigas, desde los de la carrera hasta los que nos fue trayendo de distintas partes del mundo. Y cuando estableció su relación con Carlos, su compañero en la vida, nos añadió con él toda una gran (en todos los sentidos) familia sevillana que enriqueció esa visión de la vida llena de luz y alegría del sur que ya le pertenecía por herencia materna.


Y la familia fue creciendo con cuñados, sobrinos, sobrinas y hasta sobrinos/as-nietos que guardan de ella preciosos recuerdos, por ejemplo “que tenerla cerca daba sensación de tranquilidad por su capacidad de ver los problemas de una forma más sencilla”.

Y por supuesto y especialmente Marina, por encima de todo. Cualquiera que haya conocido a Concha sabe de sobra sus sentimientos hacia ella y como a su amor maternal incondicional ha ido añadiéndose con el tiempo su orgullo y admiración por la gran mujer en que se ha convertido, y ¡como se iluminaba al hablar de ella! ... Marina es la mejor expresión de su permanencia entre nosotros, su mejor legado... ¡se parecen en tantas cosas¡ Hasta en su capacidad de añadir con enriquecimiento para todos con su valiosa aportación de Kike y su familia.

Su capacidad de trabajo envidiable no solo se desarrollaba profesionalmente, también como una increíble trabajadora y colaboradora en cualquier proyecto familiar que se presentara. Única para organizar las reuniones familiares, a las que somos tan aficionados con cualquier excusa en nuestra familia.


Para los que solo la conocía profesionalmente seguramente no podrán imaginar que, aunque seria como nadie en el trabajo, tenía un sentido del humor genial que derrochaba en los momentos familiares que hemos disfrutado juntos!. ... como en Navidad.


Siempre dispuesta a ayudarnos en los aspectos personales y profesionales, y a facilitarnos la vida... nos gusta que se le haya definido como” facilitadora de la vida” porque eso tan importante y tan difícil era también para nosotros.


Nos consta que ha aprovechado y disfrutando las oportunidades que le ha brindado la vida y que con ellas se ha nutrido, ha crecido y nos ha ayudado a crecer. También que ha celebrado y agradecido, siempre respetuosa, generosa en las palabras de reconocimiento, en los abrazos y en los sentimientos.


La familia ha sido siempre muy importante en su vida y cada uno de nosotros mantenemos un recuerdo muy especial de su convivencia, de su optimismo y visión siempre positiva de la vida, aún en los momentos más duros de los últimos años en los que la vida parece haber querido resarcirse de los muchos años de disfrute familiar.


Ha sido fácil, enriquecedor y hermoso vivir junto a Concha y quererla, y aunque no nos será fácil desprendernos de su presencia, atesoramos muchos recuerdos en el corazón de nuestra memoria familiar y en las individuales, y sabemos que siempre permaneceremos cobijados bajo el color cálido de su sombra, que ahora que su cuerpo se ha desvanecido es aun mucho más azul y amplia. 

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